Dice un refrán chino: hay cinco montañas que uno debería ver en China, pero cuando escalas la Montaña Amarilla es tan hermosa que no tienes que ver las otras cuatro. Pasé un par de días de invierno en la cima de la montaña fotografiando bajo una lluvia fría, dentro de las nubes que soplaban sobre los picos y valles. El paisaje en constante cambio era tan cautivador que ni siquiera me importaba lo empapado y frío que estaba. Personalmente, me gusta la sensación cambiante y misteriosa de la imagen, el contraste suave y la paleta de colores cálidos. Me gusta ver esta imagen impresa en papel de terciopelo de bellas artes o metal con acabado mate.