En el principio había un árbol

Boris Shvec, Ucrania

Un artista único cuya obra está llena de un profundo significado filosófico. Nació en 1967 en un pintoresco pueblo de la región de Vinnytsia. Desde pequeño sintió que su vocación era la pintura. Incluso cuando quienes lo rodeaban no entendían su trabajo y no lo apoyaban, el joven artista siguió persistentemente su propio camino. Sus primeros dibujos reflejaron el mundo circundante: la naturaleza, los paisajes rurales, la vida cotidiana. Posteriormente, la imaginación del artista empezó a pintar nuevos mundos. Se inspiró en los libros que leía, sus sueños y la música, que abrieron en él una fuente inagotable de ideas. Recibió su educación en la Facultad de Cultura y Artes, donde estudió la especialidad de artista decorativo. Sin embargo, la verdadera inspiración le llegó cuando escuchó música. Las composiciones de bandas como Pink Floyd y Enigma se convirtieron en una especie de portales a nuevos mundos creativos. Sus fuentes de inspiración no se limitaron a la música. Al artista le gustaban los libros sobre el universo, el espacio, las civilizaciones pasadas y la historia de la humanidad. Buscaba respuestas a preguntas eternas: sobre el significado de la vida, el lugar del hombre en el mundo y su interacción con la naturaleza. Le gustaba especialmente caminar solo por los bosques y campos, donde nacían nuevas ideas para la pintura. El artista dedicó la mayor parte de su vida profesional hasta ahora a realizar retratos sobre monumentos en compañía ritual. Esta actividad requiere una enorme fuerza emocional, porque está relacionada con la conservación de la memoria de las personas. Esta obra influyó en sus pinturas, dándoles profundidad y reflexión sobre la vida y la muerte. Un difícil divorcio de su esposa fue un punto de inflexión en la vida del artista. Este hecho le privó de inspiración y le obligó a dejar de lado sus pinceles durante mucho tiempo. Sin embargo, el amor por el arte permaneció en él.