Año de creación | 2024 |
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Dimensiones | 90 A × 60 Al × 2 P cm |
Tipos de arte | pintura |
Estilo | arte moderno |
Género | mitológico |
Materiales | acrílico, lienzo |
Método de embalaje | embalaje de cartón |
Esta pieza forma parte de la colección Umbral, que explora los estados de conciencia post-vida en los que nos enfrentamos a nuestros monstruos internos. Una vez que abandonamos el cuerpo físico, nuestros miedos, ansiedades, angustias, culpas y asuntos no resueltos no tienen dónde esconderse y emergen completamente expuestos, como un cráneo sin piel. Los retratos de esta colección cuentan estas historias, invitando al espectador a enfrentarse a sus propios demonios. Caronte, aunque parece una figura despiadada, es una personificación del destino inevitable, y su trabajo de transportar almas a través del río Estigia se ve con un aura de melancolía y seriedad. La obra sugiere que el cruce es un proceso necesario y natural, pero no todas las almas pueden completarlo: algunas se quedan atrás, atrapadas al margen, como un recordatorio de las consecuencias de un destino incumplido. Los seres espectrales que vagan eternamente por las orillas del río Estigia simbolizan la angustia y el sufrimiento de aquellas almas que no pueden alcanzar su descanso final.
Mi nombre es Roberto y soy artista visual. Otrebor siempre ha estado presente dentro de mí, desde los primeros días que percibí el mundo que me rodeaba. Él es la manifestación de ese lado que maduró demasiado pronto, que observó la realidad con una mirada diferente, más profunda y, por momentos, más oscura. Desde pequeño me he sentido atraído por las películas de terror, por imágenes que otros evitarían. El lado B de la vida, las sombras que pasan desapercibidas, siempre me han inculcado algo, como un llamado silencioso a explorar lo que se esconde debajo de la superficie. Mi viaje como artista no es sólo una búsqueda estética, sino una inmersión continua en las emociones no resueltas y los paisajes invisibles de la psique. A través de Otrebor, invito al espectador a enfrentar la incomodidad, abrazar la complejidad de la existencia y encontrar la belleza donde la mayoría solo ve oscuridad. Cada obra es un portal a esta introspección: una oportunidad de revelar el lado B que todos llevamos dentro. El arte de Otrebor es un reflejo de este lado oculto. Cada pincelada, cada composición es una expresión de esta dualidad: la belleza que se encuentra en la oscuridad, la verdad revelada en los rincones más profundos del alma humana. A través de mi arte busco confrontar y explorar lo desconocido, lo tácito, lo que muchos prefieren no ver. Otrebor es el espejo de un universo interno, donde no se teme a las sombras, sino que se aceptan como parte integral de la experiencia humana.