Torre James Joyce (Martello)

Nenad Pantic, Irlanda

Como artista independiente, me especializo en pintura tradicional (acuarelas, tintas, bolígrafos, óleos) y digital. Aunque trabajo a tiempo completo como ingeniero de software, crear arte es mi pasión y lo disfruto en mi tiempo libre. Mi estilo artístico está inspirado principalmente en maestros de la fantasía como Brian Froud, Alan Lee, H.R. Giger, Studio Ghibli, J.R.R. Tolkien y Jerónimo Bosch. El libro "Faeries" de Brian Froud y Alan Lee jugó un papel fundamental en mi decisión de dedicarme al arte, ya que me presentó los viejos mitos celtas. Estoy agradecido de vivir en Kilcoole, que tiene sus raíces en la misma tradición mitológica y lo he hecho durante más de ocho años. Mi trabajo artístico a menudo refleja temas más oscuros como reflejo de mis reflexiones filosóficas. Estoy abierto a ideas personalizadas, ya sea arte fantástico, retratos clásicos, paisajes, ilustración (en el pasado he ilustrado muchos libros, en su mayoría dirigidos a adolescentes) o una combinación de ellos. También estoy ansioso por exhibir mi trabajo en galerías locales o exposiciones de arte. Como miembro de VAI (Visual Artist Ireland) y AOI (Asociación de Ilustradores), estoy comprometido a perseguir mi pasión por el arte. Si te gusta mi estilo, no dudes en comunicarte conmigo. Prólogo de artista a artista por Ivan Gregov, pintor académico ¿Quiénes son los magos? Se dice que vivieron hace mucho tiempo, los conocemos por los libros. Pero, ¿están ellos también entre nosotros y quiénes podrían ser? Nenad Pantic es seguramente uno de ellos. No sólo en el sentido de que todo pintor es al mismo tiempo una especie de alquimista; porque a partir de pequeños montones de minerales y tierra de diferentes tonos, crea mundos bidimensionales de ilusión (y a partir de plomo o pigmento blanco, los más competentes obtienen literalmente: ¡oro!). Teniendo conocimiento tanto del Kalevala como de la Kabala, Edda y la tradición de Perun, y uniéndolo todo, Nenad invoca visiones de calidad y significado místicos. Visiones que, en el éxtasis de la creación, surgen de un fondo oscuro y conmovedor, tal vez de su subconsciente. Por lo tanto, esas creaciones del ojo interno, hechas de cúmulos de pigmentos sucios como arcilla, no siempre están completamente bajo control. Al igual que el Golem creado por Loew, las criaturas que los habitan no poseen cuerpos de perfecta anatomía y simetría, sino que a veces son monstruosas, y las escenas se vuelven aterradoras o incluso peligrosas para su creador y espectador. Pero no debemos temer, ya que algunas creaciones son destruidas por el propio Mago. La armonía de las proporciones, derivada del misticismo de los números de sección áurea, no resuena en sus pinturas. Es más bien un tambor de sonido profundo de la conciencia primordial colectiva de un indoeuropeo, que podría ser común al pintor mago y a su antepasado que vagaba por las laderas de los Urales hace tres milenios y 66 generaciones. Pulsación de lo orgánico donde lo humano, lo vegetal y lo monstruoso se entrelazan, como en un ornamento nórdico medieval, y que en ocasiones tiende a convertirse en el ritmo de algún motor grotesco. El color no es aquí un medio adecuado o, más precisamente, es demasiado compuesto. Es sólo un medio utilizado discretamente en el mundo dualista de luz y oscuridad de Pantic. Los tonos complementarios más fríos, presentes en áreas de color ligeramente más cálido, como los rostros de los personajes, subrayan la inquietud suscitada por su mirada, como notas disonantes en el carácter clásico de estas pinturas. Desde el inicio de sus días creativos, Pantic ha estado envuelto en un diálogo con otro mago, distante tanto en el lugar como en el tiempo, J.R.R. Tolkien. Este diálogo puede considerarse desde germánico hasta eslavo. Como si Frodo y Sam de Nenad vinieran de cualquier pueblo de los Balcanes, son en cierto modo diferentes de la imagen que obtenemos al leer el libro. Pero él no es el creador demiúrgico de la Tierra Media, ni presenta los acontecimientos de un capítulo de la novela: el escritor ya ha hecho ambas cosas. Como es habitual en su pintura, revela fuerzas elementales más profundas que se encuentran bajo la superficie, que están contenidas en cada religión, mito o cuento de hadas antiguo, y también en la obra de Tolkien. El escritor puede ser consciente de ellos, el pintor puede no serlo, siendo así el medio o válvula a través del cual salen a la superficie. De hecho, ese es el trabajo de un mago. ¡Deja que la magia te abrume! Iván Gregov Pintor Académico