Mate amargo y dulces sueños

Oleksandra Paranchenko, Ucrania

Vengo de un pequeño pueblo en el sur de Ucrania. Cuando era pequeño, solía pasar mucho tiempo en el pueblo que estaba rodeado de campos y bosques. Felizmente crecí rodeado de naturaleza. Solía pasar todos los días yendo al borde del campo solo para ver la puesta de sol y soñaba con aprender a pintar tan deliciosamente como el sol lo hace en el cielo. Creo que ese fue el momento en que decidí convertirme en artista para poder aprender a transmitir mi admiración por este mundo. Mi inspiración viene de muchas fuentes. Se puede decir que me inspiro en la vida misma. Cada momento es especial y crea una nueva trama en mi imaginación. Es una bendición despertar cada mañana y darme cuenta de que me esperan lienzos en blanco. ¡No puedo evitar crear arte! Hago mi mejor esfuerzo para pintar tan pronto como las imágenes vienen a mi mente. Hay días en que hay tantos, y luego hago bocetos para plasmar mis ideas. Mis historias son muy diferentes, pero se combinan por el estado de ánimo porque quiero transmitir toda la gloria y magnificencia del mundo en mis obras. Siempre pinto cuando estoy de buen humor y solo creo historias amables. Soy un ser humano y también siento y veo dolor, injusticia. También siento tristeza. Sin embargo, no puedo nombrar una razón por la que necesitamos multiplicar tales emociones creando pinturas dolorosas y lo mantengo firmemente.