Soy natural en una ciudad pequeña Urandi, Bahia, Brasil. donde viví los primeros años de vida. A los seis años, mi madre toma la decisión de venir a São Paulo y, nunca más volví hacia mi ciudad natal, hoy tengo 84 años, vivo y trabajo en São Paulo, Brasil. La esencia de la vida en las esculturas de Álvaro Franklin En el Silencio de su estudio en São Paulo, el escultor se dedica a su nueva etapa: la Germinación. Romper con lo establecido y seguro e intentar algo más grande: tal transformación requiere fuerza, además de constancia, un poco de inquietud y, sobre todo, dedicación. Alvaro Franklin da Silveira esperó el momento adecuado antes de buscar nuevos horizontes en la escultura. Investigó, reflexionó, se fortaleció. Ahora, con la confianza de un artista que ha dado lo mejor de sí, muestra al mundo su trabajo único y conmovedor. Todas las piezas transmiten una sensación de vida. La semilla que germina bajo la tierra se enrosca en las raíces, creciendo hacia la superficie en busca de oxígeno. Por fin, se abre paso a través del suelo y se eleva victorioso en forma de capullo. Los diseños y las posibilidades de movimiento son infinitas. La germinación tiene una forma mágica de materializarse, a partir de la unión de dos partes: la masculina y la femenina. Dice el artista, que tuvo la idea de grabar la naturaleza durante el nacimiento de su hijo, Saúl. Y optó por hacerlo de una manera estilizada, pero comprensible. El equilibrio y la encantadora ligereza que consigue dotar a estos pesados bloques de mármol blanco o rosa, granito azul y cuarcita roja también dejan muy clara una cosa: Franklin tiene una gran experiencia y una habilidad superior para trabajar la piedra. Y, a diferencia de muchos escultores, en realidad crea y ejecuta sus propias obras. Su primer contacto con el arte tuvo lugar muy temprano en la vida del escultor. Nacido en Bahía, en la ciudad de Urandi, de niño quedó deslumbrado por el modelado y fundición de herramientas de su abuelo. A mí me parecía que era capaz de dar forma a todo lo que tocaba. Eso fue directo a mi sangre, dice el artista. A los seis años de edad, residente en la ciudad de Araatuba, en el estado de São Paulo, fue animado por su maestra de escuela primaria a firmar su primera obra: Tres palomas (una blanca, una roja y una negra) talladas en bas -relieve sobre un trozo de madera. Para entonces ya intuía que la escultura sería para siempre parte de mi vida. Entre 1948 y 1956, Franklin tomó un curso de Artes Generales en la Escuela de Artes y Oficios de São Paulo. Tomó clases de dibujo, modelado y escultura. Posteriormente, estudió filosofía, materia que desarrolló aún más su sensibilidad por el arte. Tras perfeccionar su trabajo con la piedra, un material que requiere un proceso largo y exigente, esculpió figuras abstractas: desnudos femeninos y flores estilizadas. Hoy, con 73 años y con un nivel de energía envidiable, se dedica de lleno a la fase de Germinación. Con una exposición programada para marzo en São Paulo, trabaja hasta 10 horas diarias en su estudio-taller. Y nunca, ni por un minuto, olvida lo que él considera que es el verdadero sentido del arte: sensibilizar a los demás. Y Franklin realmente hace precisamente eso. Intensamente! Reportaje de la revista Oceanair Por Eliane Mesquita