El florero rojo

Desislava Tsankova, Bulgaria

Siempre he admirado la naturaleza y sus formas, desde las más pequeñas, las que construyen más grandes, hasta las que son vastas para el ojo humano. Naturales o humanos, siempre están presentes de una forma u otra en mi obra. A través de las formas que utilizo no busco la concreción, la verdad en el sentido literal de la palabra, la narrativa o el sentido del tiempo y el espacio. A veces se descomponen más allá del reconocimiento en pequeñas partes abstractas o formas biomórficas primarias, a través de las cuales busco su impacto en nuestra conciencia y la idea de lo humano y lo eterno. A veces son búsquedas deliberadas de formas humanas o naturales en el espacio; de los diversos estados que sugieren a través de su plasticidad. A veces son simples, suaves y asociativos, a veces deliberadamente exagerados para recrear la sensación de algo irreal, pero a la vez real y duradero. Pero las formas son siempre reales y eternas, existen aquí y ahora. Son un desafío complejo, tanto para la mente abstracta y la imaginación, como para la sensibilidad y la capacidad de orquestar los sentidos. Su diversidad tiene muchas caras y una para cada espectador individual.