La sombra de una luz

Mihaela Luca, Rumanía

Decidí iniciar la aventura de la pintura después de una serie de reflexiones personales. No sabía al principio qué me convenía y a qué estilo podía enderezarme, pero me dejé llevar por la pasión y la intuición. En momentos pesados he huido en pinceladas y colores, texturas y materiales. Una intensa actividad artística te lleva a una profundidad impredecible y disuelve tus sentimientos internos. Me gustan las texturas y lo inusual. Me gusta romper las reglas de lo convencional y liberarme entre los conceptos y estilos. Cualquier lienzo en blanco se convierte en un espacio de aventuras que puedo moldear a mi gusto. Cuando elijo materiales de construcción, imagino que se quedarán para la eternidad, y que su pintura derretida hace del conjunto terminado un objeto de ADN único que tal vez contribuya a la creación de híbridos. El mundo del arte y la pintura en general ha dado muchos prodigios difíciles de igualar. Pero cada vez que tiene su manojo de artistas. Un producto terminado es portador de un mensaje proveniente de las emociones del artista que lo perfeccionó. Cada obra tiene su singularidad y posee un valor intrínseco. No tengo estudios formales en arte, pero puedo decirme a mí mismo que lo siento en cada parte de mí y puedo ver la belleza en lo feo y puedo darle a lo feo una belleza que valga la pena.