Remolino con libélula

Arjan Winkelaar, Países Bajos

Hubo un momento en el que pensó en asistir a la escuela de arte, solo para decidir que prefería ayudar a las personas con problemas psicológicos y se embarcó en un estudio de trabajo social. Entre este estudio y los trabajos ocasionales posteriores a su graduación, se mantuvo fiel a su afición por las Artes, especialmente el dibujo autónomo. Siguió dibujando, pintando y en ocasiones realizando pequeñas esculturas. Después de algunos experimentos con pintura y pinceles, sintió que sus habilidades estaban mejor equipadas en las artes del dibujo y perdió su corazón por completo en este medio. Su obra gira en torno a la naturaleza, la forma en que el hombre transita por la naturaleza como si fuera la omnipresencia sin tener en cuenta que el único Dios en la naturaleza es la naturaleza misma. A veces, el trabajo es más mundano y solo trata sobre el ciclo de vida y muerte por el que pasan todos los seres vivos. Pero siempre hay un indicio de Dios y de la naturaleza que se puede ver en su obra. Se trata de vivir en un mundo donde las personas intentan ganarse la vida en un lugar donde no hay respeto por la naturaleza o la forma en que evoluciona a nuestro alrededor. Arjan Winkelaar gusta llamar a sus dibujos su forma de ver el mundo a través de una ventana oscurecida y la sensación de nacer entre fragmentos de vidrio y restos de polvo.